Cómo actuar en mi día a día

¿Cómo ayudo a un amigo en depresión?

Por: Diana Hernández

“Échale ganas”, “Trata de ser más positiv@”, “No estés triste”, “Deberías de enfocarte en lo bueno”, “Ánimo”; son algunas de las frases que decimos a esa amistad que está atravesando por una depresión… Sin duda, son palabras que brotan desde una buena intención, pero probablemente son lo último que esa persona necesita escuchar.

Entonces ¿Cómo apoyo a una amiga o amigo en depresión?

Para empezar, entendamos que una cosa es estar triste o desanimado a causa de una situación específica y por periodos pasajeros; y otra, estar en depresión. La depresión es un trastorno del estado anímico que interfiere con la vida cotidiana; se puede manifestar a través de tristeza persistente, pérdida de interés en actividades, aumento o pérdida de apetito, cansancio, afectaciones en el sueño, dolores de cabeza, entre otros síntomas que, frecuentemente, van de la mano de trastornos de ansiedad. Ésta debe ser diagnosticada y tratada por un profesional de la salud.

Las causas de la depresión son muy variadas, desde un acontecimiento que ha impactado profundamente, hasta factores genéticos que no dan previo aviso. Lo cierto es que se trata de una enfermedad frecuente que es considerada la primera causa mundial de discapacidad; lo cual exige una sociedad mucho más empática, que reconozca que la depresión existe, afecta, importa y requiere de atención profesional.

Estás leyendo a una defensora de la VOLUNTAD y de echarle ganas; pero es indispensable que comprendamos que una persona con depresión no quiere estar triste, no se siente mal por falta de ganas, no pierde interés en la vida por pesimista; una persona con depresión siente un vacío y una opresión en el pecho que van más allá de su voluntad. Así que imaginemos cómo le hacemos sentir ante un “échale ganas” … lejos de motivarlo a levantarse, inconscientemente le sumamos una carga moral por sentirse así, una culpabilidad con la que es difícil lidiar y por la que acaba aislándose de su entorno social.

Asumamos pues, que si esta enfermedad no depende de la voluntad de quien la padece, mucho menos de la voluntad de quienes le rodeamos; así que nuestras buenas intenciones y frases motivadoras poco pueden servir a nuestro ser querido que está atravesando esta situación. Como familiar o amigo, no nos toca usurpar el lugar del médico o psicólogo que atiende la depresión; pero ¡ojo! Eso no significa que debamos permanecer indiferentes y ajenos, ahora sí viene la parte que nos corresponde.

Si queremos ayudar, lo primero es estar informado, conocer y disponerse a comprender qué es la depresión. Una vez que nuestra amiga, amigo o familiar está diagnosticado y está siendo tratado por un profesional de la salud, podemos ser y estar para ella o él ¿Cómo? Comparto a continuación, con base en la opinión de la Psicóloga Cristina Villicaña:

• Considera que la situación es responsabilidad de quien la está viviendo, no podemos experimentar en cabeza ajena.
• Pregunta qué necesita de tu parte. Muchas veces partimos de lo que creemos que el otro necesita, sin haberlo preguntado.
• Evita comparar tu experiencia personal. En ocasiones, por trata de empatizar, comparamos y emitimos “consejos” a partir de nuestras vivencias, siendo que el vivir con un diagnóstico de enfermedad mental es una experiencia singular. Será mejor: ESCUCHAR.
• Actividades fuera de su diagnóstico. Promueve y acompáñalo a actividades que no se relacionen con su diagnóstico, que le activen y vinculen con sus intereses y recursos personales.

Si has llegado hasta aquí con el deseo de conocer y de llevar tu descubrimiento a la acción; tu amigo es afortunado de tenerte y esta sociedad promete ser un poco mejor que ayer.

“La amistad duplica las alegrías y divide las angustias por la mitad” Sir Francis Bacon.

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