En la vida nos encontramos con todo tipo de personas… las que son súper fitness, las que emprenden y son su propio jefe, las que cuidan de su hogar, las que ascienden profesionalmente, las que tienen mil amigos, las que tienen familias hermosas, las que viven sumamente ocupadas, las que parecen siempre tener tiempo libre, las que viajan mucho, las que viven en el ajetreo, las que viven tranquila y pacíficamente… etc.
¿Cuál es mejor o peor? Creo que fácilmente podemos deducir que no hay mejor o peor, simplemente somos distintos, vivimos diferentes circunstancias, y cada uno actúa y logra conforme a sus capacidades, posibilidades e intereses ¿cierto? Lo curioso es que a veces pareciera que, sin importar lo que somos y tenemos, nos resulta peculiarmente atractivo aquello que no somos y no tenemos ¿POR?
Te invito a reflexionar un momento e identificar aquellos pensamientos y comentarios que delatan esta extraña y peligrosa costumbre de compararnos con los demás: … ¿Por qué a ella sí…? ¿Por qué a nosotros no…? Si yo tuviera… Si yo pudiera… Ya quisiera yo… En cambio, yo…
Ponemos nuestro enfoque en aquello que no tenemos y generamos expectativas a partir de lo que observamos en la vida de otros… sintiendo que ellos son más afortunados, que quizás nosotros no nacimos con tanta suerte, o que la vida es injusta… ¡CUIDADO! Vivir en la comparación, sea a tu favor o a favor del otro, siempre juega en tu contra… bien dicen algunos pensadores:
Por un lado; cuando te comparas con los demás, pensando que tú eres mejor, que tus acciones, decisiones y que tu vida es mejor… caes en el horror de la SOBERBIA, la cual te impide ver tus errores, corregir, crecer y ser verdaderamente mejor.
Por otro lado, cuando te comparas con los demás, bajo la constante creencia de que estás en desventaja; atentas contra tu autoestima, te sobreviene la ceguera de tu presente, de tus bendiciones, de lo que tienes y de todo lo que SÍ puedes hacer para ser mejor.
Así que BASTA DE COMPARACIONES y de autosabotaje; se vale observar al otro, alegrarte por sus logros, admirar sus capacidades e incluso inspirarte en ellos… Pero sin desprenderte de ti mismo y de tu realidad llena de bendiciones.
¿Cómo evitar caer en la tentación de compararme con los demás?
1. Tener claro quién soy, lo que tengo y lo que soy capaz de hacer
2. Agradecer quien soy, lo que tengo y lo que puedo hacer
3. Definir mis objetivos de vida
4. Reconocer lo que quisiera ser, tener y hacer, pero aún no logro
5. Trabajar en aquello que quisiera ser, tener y hacer para lograrlo
6. Valorar mis esfuerzos y reconocer mi crecimiento para ser quien soy
Cuando uno está enfocado en la bendición y no en la carencia; es capaz de agradecer en lugar de quejarse; de alegrarse por sí mismo y también por el otro; de trabajar en sí mismo y de reconocer al otro; y, sobre todo, es capaz de SER FELIZ con lo que es, con lo que tiene y con el PODER de ACTUAR DÍA A DÍA para ser mejor.