– ‘Pues porque no te gusta’, diría mi padre.
– ‘Si te gustara ni te decimos nada’, diría mi madre.
Cada vez encuentro más razón y verdad en lo que mis padres me decían pero ¿acaso no hay algo detrás de la frase no me gusta?
En un niño podría significar: no lo he probado, no lo conozco, me incomoda, no entiendo, no quiero. En un adolescente podría significar lo anterior con el adicional de: es difícil, cuesta trabajo, he oído hablar mal de, no me divierte, me da sueño, no es placentero, me compromete. En adultos podría significar: me confronta con tintes de todos los anteriores; a fin de cuentas confrontarse es mirar en un espejo mis capacidades, desnudar mis miedos y limitaciones y me dice lo que verdaderamente soy.
Si te preguntas varias veces, las que sean necesarias ¿por qué? Podríamos llegar a la causa más cercana de lo que realmente pasa, es decir, a la raíz del problema y no a sus consecuencias. Por ejemplo: no me gusta ¿por qué? Porque no quiero ¿por qué no quieres? Porque me da flojera ¿Por qué te da flojera? Porque me cuesta trabajo ¿Por qué te cuesta trabajo? Porque me da pena fallar.
Con esto podríamos llegar a parte de la solución del problema, pero sería injusto dejar de considerar la otra parte ¿qué obtengo o qué podré generar si hago esto o aquello? Por lo que es básico preguntar ¿PARA QUÉ? Con esta pregunta nos colocamos en posición de acción, nos lleva a movernos en búsqueda de esa “recompensa”. Que puede ser inmediata, a mi gusto y como creo merecerla, lo que es muy importante.
Ante el reto de estudiar lo que no me gusta le decía a mis hijos y a mis alumnos: “estudia matemáticas como si fueras a ser actuario, química o física como si fueras a ser científico, historia como si fueras a ser historiador…” es decir, lo que tenemos que saber es que trabajar, sudar, practicar y estudiar, aún lo que no me gusta, nutre mi inteligencia, expande mis capacidades, desarrolla mi voluntad, me otorga madurez (“CRECER ES NATURAL, MADURAR ES DECISIÓN PERSONAL” Miguel Hernández M.); no para recibir la recompensa en las pruebas mensuales, semestrales o anuales; sino para el examen de la vida.