Nos encontramos inmersos en un enorme debate en torno a la promoción y propaganda política por las elecciones más grandes de nuestra historia. Se eligen: Presidente de la República Mexicana, Gobernadores, Senadores y Diputados Federales y Locales, y Presidencias Municipales. Elección tan monumental como su promoción. Por tanto nos sentimos apabullados y abrumados por tanta información que no terminamos de procesar, por los constantes ataques entre los contendientes y por las afrentas contra la misma ciudadanía . Todos los medios de comunicación enfocados en ello; las redes sociales, las pláticas familiares, las charlas con amigos, en la oficina y en la calle… envueltos en emocionalidades tóxicas y en intentos francos por desacreditar al otro desde todos los frentes. El reto significativo es discernir ¨La Verdad¨. Ante la gran cantidad de información, además de los problemas del país, de mi ciudad, de mi entorno, de mi familia y los propios; surge el hartazgo y el desinterés al grado de preguntarnos: ¿Tengo que participar?
Aristóteles nos definía como: políticos por naturaleza, y en una traducción directa como: animal - político. Es decir, diferenciados cualitativamente de los animales por nuestra capacidad de raciocinio que nos permite, aunado a la base política de Aristóteles, ser “sociables por naturaleza”, desarrollarnos plenamente pues nuestra realización se da en el seno de una sociedad mediante la búsqueda del bien común.
En efecto, queramos o no, participamos como entes políticos desde la búsqueda del orden en cualquier fila de banco, de las tortillas y de cualquier lugar, y que nadie intente meterse porque intervienen tú y muchos más. De igual manera, estás dispuesto a seguir las normas, reglas y leyes por tu bien y el de los demás, aunque te sea difícil o no estés de acuerdo. Quizás hasta te guste ayudar, aportar y liderar en tu familia, en un grupo, a ciudadanos de tu colonia, etc., por un bien que solo no podrías obtener y que en conjunto sí.
Es muy importante distinguir la pretensión del poder por sí mismo, una cosa es obtener poder para servir y otra cosa para servirte de los demás. Cuando distingues rasgos de abusos desde el poder, te indignas; cuando distingues rasgos de servicio que sí sirven, te complace; esto es natural. El problema medular es cuando se ̈normaliza ̈ el abuso, la mentira, el engaño, la delincuencia, los asesinatos, la corrupción y a fin de cuentas, la enfermedad y el dolor social; eso NO es normal, no es de nuestra naturaleza.
Perder la capacidad de asombro e indignación, nos confronta con nuestra propia naturaleza y nos atrofia como seres humanos, convirtiéndonos poco a poco en seres robotizados insensibles y desalmados; esto es casi sinónimo de desinterés , indiferencia y egoísmo: “mientras a mí no me afecten, no me importa”. Esta apatía es un estado emocional de Resignación o de Resentimiento, ambos estados son corrosivos y tóxicos, destruyen a la persona y sus relaciones. La Resignación confiere a actos autodestructivos de no pensar, no hacer, no decir, de sometimiento a las circunstancias pues nada puedo hacer, nada puedo lograr; es una minusvalía auto infringida. El Resentimiento degenera en formas autodestructivas de pensar, decir y actuar; desde el dolor, desde la herida, sólo podemos tener reacciones desproporcionadas de molestia, enojo y hasta de ira, en las que todos son culpables menos yo… Las intenciones de venganza y revancha no llevan a nada bueno.
Es entendible… vivimos tiempos difíciles en nuestro país… y parece fácil llegar a sentir desesperanza “Ya para qué”... “No tiene caso”... “Nada va a cambiar”... Pero ¡cuidado! No permitamos que la apatía se apodere de nosotros; es tiempo de sanar la resignación y resentimiento social con esperanzas reales, con limpieza de corazón, con objetivos comunes, con intenciones y prácticas encaminados al bien común… Solemos pensar que del gobierno se derramará todo lo demás… por ello es que lo vemos todo perdido, pero ¿Qué crees? El bien empieza en uno mismo… de ti a tu entorno, de tu entorno a tu localidad, de lo local a lo general.
Es tiempo de discernir entre lo ficticio y lo real, entre lo bueno y lo malo, entre lo bueno y lo mejor, entre lo que sirve de lo que no sirve, entre los que son aptos PARA SERVIR de los que no… Es tiempo de pensar, ser, decidir y actuar en consecuencia… Tiempo de elegir a mujeres y hombres capacitados para el SERVICIO. Recuerda: inicia en ti la flama de la participación para que se unan más e inflamar la llama.
Como mi padre decía: ̈La política es mala porque los buenos no le entran¨. En efecto: ¡Te toca! ¡Me toca! ¡Nos toca!