Cómo actuar en mi día a día

¿NO ES JUSTO?

Un dilema constante en el proceso de educación para los padres de familia
¿Cómo ser justos con nuestros hijos?

Por: Gisela Pliego

Para saber si algo no es justo me parece recomendable saber qué sí es justo, por lo que buscaremos adentrarnos al tema de la justicia según la filosofía clásica, ya que nos parece el camino probado más seguro para tener una referencia clara y verdadera.

Según la filosofía clásica, la justicia se entiende como una virtud que implica dar a cada persona lo que le corresponde según su naturaleza,su mérito o su derecho de acuerdo al orden natural y objetivo en el mundo que debe de ser respetado y mantenido. La justicia no se limita sólo a la aplicación de leyes o normas, sino que también involucra la consideración de la naturaleza o el mérito de las personas en forma proporcional.

Vamos aterrizando: actualmente escuchamos con mucha frecuencia la frase “NO ES JUSTO” en un contexto que se refiere a igualitario; lo que puede ser verdaderamente injusto es dar por igual cuando no existe la naturaleza, la necesidad o el mérito para que una persona exija un trato idéntico al que recibe otra persona y se convierte en una gran tentación ceder ante la demanda de trato igualitario que nos aleja de la práctica de la justicia como virtud.

¿Quieres ser justo con tus hijos? La intención de ser justos es dar a cada quien lo que le corresponde, lo que exige que conozcas a cada uno, que tengas conciencia de su dignidad, que sepas qué es lo que necesita y que busques su bien por encima de su aprobación. Se requiere de VALENTÍA y AMOR para buscar genuinamente el bien que le hace bien a cada uno.

En familia cada individuo necesita ser tratado de forma única pues se trata de un ser singular e irrepetible. Cada miembro de una familia tiene su complexión, sus necesidades afectivas, sociales, físicas e intelectuales, por lo que lo verdaderamente formativo es responder a esas necesidades con propuestas igualmente únicas y dirigidas a la persona con sus características individuales. Aunque en muchas ocasiones el demandante de justicia desea lo del otro, debemos atrevernos a negar aquello que no es bueno para él y a darle lo que realmente necesita, aún cuando éste no lo sabe o no lo comprende.

Escuchamos como algo rutinario el cuestionamiento… “¿por qué él o ella tienen algo que yo no tengo? ¡No es justo!” Un permiso, un regalo, un postre, un premio, un lugar, un turno o algún reconocimiento… Parece sencillo en este momento estimar que es porque el otro se lo ganó o lo necesita; pero en el momento nos bloqueamos y nos falta claridad para explicar que no todos pueden tener lo mismo por las distintas circunstancias que hemos mencionado arriba (por su naturaleza, mérito o derecho) y que lo verdaderamente justo es tratar a cada persona en forma única, lo que promueve la armonía y la estabilidad, respeta los derechos individuales de acuerdo a la dignidad de la persona y fomenta la virtud que nos lleva a una verdadera ética familiar y social.

Evitemos tratar de evadir conflictos buscando la “igualdad” y atrevámonos a ser equitativos dando a cada quien lo que le corresponde, a cada quien lo que necesita, lo que le hace bien y lo hace mejor… seamos valientes y formemos personas de acuerdo al verdadero humanismo; la mejor decisión es la que se basa en el AMOR.

Si queremos un mundo de paz y justicia, debemos poner la inteligencia al servicio del amor, utilizando la razón y la comprensión.

El PRODUCTO DE LA JUSTICIA ES LA PAZ

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