Todos conocemos a alguien que parece jamás relajarse, que está respondiendo correos los domingos, agendando citas a las 10 de la noche, conectado a unos auriculares en todo momento… y si no lo conoces… es porque ese alguien ERES TÚ. En un mundo cada vez más conectado, donde la tecnología nos permite estar disponibles 24/7, muchos se enfrentan a la sensación de que el tiempo nunca es suficiente. La mala administración del tiempo o, mejor dicho, nuestra mala administración en el tiempo se ha convertido en un fenómeno común, afectando nuestra vida laboral, pero - sobre todo - la personal… y es que nos hace sentir que no estamos donde deberíamos de estar NUNCA.
Es cierto que existen muchas razones por las cuales no podemos organizarnos adecuadamente, y como siempre, para poder llegar a hacer cambios importantes, requerimos llegar a las causas. Por ello, podríamos distinguir tres situaciones: exceso de trabajo, “home office” y emprendimiento propio. Por supuesto habrá causas comunes en estas tres variantes, pero vale la pena que analicemos cada una para ver si nos relacionamos con una, dos o cada una de ellas:
Exceso de trabajo.
Cuando efectivamente estamos excedidos en nuestras capacidades o funciones, es imperativo
que se comunique a nuestro superior que requerimos asistencia o que aprendamos a delegar tareas. A veces
por nuestro perfeccionismo o celo profesional, no nos animamos a pedir ayuda y dejar que otros realicen
ciertas labores, tenemos miedo a que nos veamos vulnerables o incapaces de ejecutar nuestro puesto de
trabajo con excelencia… pero, si no estamos cumpliendo con todo por tener demasiado trabajo ¿no
estaremos reflejando precisamente eso que queremos evitar? En esa misma línea, si aprendemos a delegar y
enseñamos a otros a realizar tareas, nos convertimos en desarrolladores de talento que, si no es
valorado dentro de la organización en la que estamos, será valorado en alguna otra.
Por otro lado, si más bien tenemos la percepción de que la cantidad de
trabajo asignada es demasiada, que el horario laboral no nos sirve para solventar todos nuestros
pendientes y vemos cómo se acumulan recurriendo así a nuestro tiempo libre para cumplir con los
objetivos laborales; puede ser que sea sólo eso, una percepción causada por desorganización. Quizás nos
estamos enfrentando a:
● "Juntitis aguda", reuniones largas y repetitivas en las que lejos de resolver
problemas nos llenamos de ansiedad. Claro que poder sentarse a discutir proyectos es una excelente forma
de abordarlos, pero estas juntas deben de estar bien estructuradas con un orden del día y con tareas
puntuales en donde cada responsable sepa exactamente qué, cómo y cuándo deberá de resolver. Cuando las
juntas no cumplen con estas características, en realidad estamos perdiendo el tiempo.
● Procrastinación, término relativamente reciente que tiene que ver con
postergar ciertas tareas que nos provocan ansiedad o malestar emocional. Muchas veces pensamos que quien
procrastina es flojo, pero no necesariamente, a veces somos capaces de ponernos a hacer actividades
incluso más difíciles y cansadas con tal de no enfrentarnos a aquellas que nos incomodan; el problema es
que estas otras actividades suelen no ser imprescindibles ni eficientes para cumplir con nuestros
objetivos, por lo que comenzamos a acumular una carga mental dado lo que sabemos que tenemos que hacer,
pero no podemos hacer.
● Falta de concentración, a veces por procrastinar, otras tantas por los malos
hábitos adquiridos… nos encontramos pensando en los pendientes del hogar, revisando nuestras redes
sociales, buscando la “playlist” perfecta para disponernos a trabajar, luchando con nuestra salud
mental, dándole mil vueltas a los retos laborales sin realmente comenzar a trabajar. Como tantas otras
contradicciones de esta vida, es PONIENDO MANOS A LA OBRA que se logra abatir la desconcentración.
Más adelante podremos ver algunos consejos para combatir estas tres causas, por ahora
pasemos a la siguiente situación:
Home Office
Con el auge del “home office”, se han desdibujado aún más las fronteras entre el trabajo y
la vida personal. Aquí, además de tener exceso de trabajo, estar procrastinando o no poder
concentrarnos, encontramos nuevos obstáculos para organizar nuestras actividades correctamente en el
tiempo.
El trabajo remoto, aunque ofrece flexibilidad, también puede convertirse en una trampa. La
posibilidad de laborar desde casa a menudo lleva a la idea de que siempre debemos estar disponibles.
Esto puede desencadenar una adicción al trabajo, donde la línea entre la productividad
y la explotación se vuelve difusa. Muchos profesionales se ven atrapados en un ciclo interminable de
correos electrónicos, reuniones virtuales y tareas que se extienden más allá del horario laboral. La
presión por cumplir con expectativas elevadas nos lleva a descuidar nuestro bienestar y nuestras
relaciones personales.
Además, la incapacidad de acotar el tiempo personal y laboral puede resultar en un
agotamiento crónico. La falta de límites claros no solo afecta nuestra salud mental,
sino que también reduce nuestra eficiencia ya que la productividad disminuye cuando trabajamos en un
entorno que no respeta nuestro tiempo personal. Aprender a establecer límites es
crucial: programar pausas, establecer horarios de trabajo claros y desconectarnos de las herramientas
digitales, son pasos necesarios para recuperar el control sobre nuestro tiempo.
Pero ¿qué pasa cuando no podemos desprendernos del trabajo porque no hay nadie más que
resuelva…?
Emprendimiento propio
A veces nuestra ocupación no es como la del clásico “godín”, no tenemos hora de inicio y
salida porque en realidad somos el sueño de todos… NUESTRO PROPIO JEFE… Y sin darnos cuenta nos hemos
convertido en el peor jefe de todos… no nos damos vacaciones, ni somos comprensivos de nuestra salud,
para terminar pronto, no tenemos tiempo libre en absoluto. Para todos aquellos que han tenido el valor
de emprender, es bien sabido que las reglas son distintas, ya que - para poder sobrevivir en el mercado
– se necesitan jornadas de treinta horas y dedicarse en cuerpo y alma a triunfar.
El dueño de un negocio tiene comprometido su tiempo, economía, mente y corazón en él;
presentando ventajas y desventajas, ya que surge una relación súper íntima de amor y odio con el
emprendimiento, en la que toda persona cercana termina involucrada. La chamba ya no es sólo para obtener
ingresos, se convierte en un modo de vida; pero, aún así, es imprescindible generar una
relación sana con el trabajo, porque de no hacerlo podríamos perderlo todo, incluso a nosotros mismos.
La clave para combatir esta sensación de que "no me da la vida" radica en la autogestión y la
priorización. Aquí comparto 10 consejos prácticos para administrarnos de mejor manera:
1. Establece un horario fijo: Define tus horas de trabajo y respétalas.
2. Crea una lista de tareas: Prioriza tus actividades diarias, utiliza
herramientas digitales o una simple libreta para organizar tus pendientes.
3. Utiliza la técnica "Pomodoro": Trabaja en bloques de 25 minutos y descansa 5
minutos. Esto mejora la concentración y evita el agotamiento.
4. Establece límites digitales: Apaga notificaciones y designa momentos
específicos para revisar correos electrónicos y mensajes.
5. Planifica tu día la noche anterior: Dedica unos minutos cada noche a
planificar el día siguiente, estableciendo tus prioridades.
6. Dile NO a compromisos innecesarios: Aprende a rechazar actividades que no
contribuyen a tus objetivos o bienestar.
7. Dedica tiempo a ti mismo: Reserva momentos en tu agenda para actividades que
te relajen y te hagan feliz.
8. Desconecta regularmente: Programa días u horas sin trabajo, donde te alejes
completamente de tus responsabilidades laborales.
9. Revisa y ajusta tu progreso: Tómate un tiempo cada semana para evaluar cómo
has administrado tu tiempo y ajusta tus métodos según sea necesario.
10. Busca apoyo: Comparte tus objetivos de tiempo con colegas o amigos, quienes
pueden motivarte a mantener tus límites.
En conclusión, es fundamental reflexionar sobre cómo nos administramos en el tiempo en esta era de inmediatez. Al adoptar hábitos más saludables y establecer límites claros, podemos redescubrir el significado de vivir plenamente, en lugar de simplemente sobrevivir en un mar de tareas y responsabilidades. La vida es demasiado valiosa como para dejar que el trabajo la consuma.