¡No, pues así, no se puede! ¿Cómo rendir en el trabajo, cómo disfrutarlo, e incluso, ser creativo(a) y tener relaciones laborales sanas?
Iniciaremos con la recomendación de analizar el origen de este sentimiento, o de este problema, de dónde viene, cómo inició, es real o nos lo estamos imaginando… Sólo así podremos encontrar una salida o solución a esto que nos duele e impide desarrollar nuestro potencial.
¿Qué actitudes nos pueden estar haciendo sentir así? Que no atiendan nuestros asuntos o llamadas, que no nos convoquen, que no nos den responsabilidades, que no nos compartan los planes, que sólo se dirijan a nosotros para criticar nuestro trabajo, que no nos hayan dado una buena inducción, que no haya un correcto acompañamiento, o estar frente a un problema de falta de liderazgo por parte de el o los jefes.
Es probable que nuestras expectativas estén demasiado altas en relación con la forma en que queremos que nos expresen aprobación o reconocimiento por las cosas que hacemos, sin darnos cuenta de que nuestras abuelitas o padres pudieron habernos hecho adictos a los elogios; o bien, el sistema educativo, la cultura en general que nos pretenden motivar a través de premio o castigo por cada cosa que hacemos, inhibiendo nuestra capacidad de autovaloración.
Al pasar tanto tiempo en nuestro trabajo, llegamos a transferir muchos de los anhelos de nuestra vida personal al ámbito laboral, donde no podrán ser cubiertos. Valdría la pena preguntarnos: si nosotros valoramos lo que hacemos ¿Cuáles son las motivaciones que nos llevan a cumplir con nuestras responsabilidades en el trabajo? ¿Cuánto nos gusta o apasiona nuestra profesión? ¿Qué tan satisfechos estamos en otras áreas de nuestra vida?
¡Bien! Hemos reflexionado ¿ya tenemos respuestas?
¿Creo que el origen del problema está en los demás?
Entonces hay que quitarles el
poder que les hemos dado, no debemos depender del reconocimiento externo; es probable que nos los puedan
o quieran dar. De aquí en adelante hemos de trabajar en el autoconcepto o autoestima adecuadas para
tener certeza de lo que valemos.
¿El origen del problema está en mí?
Dependemos de los elogios, descubrimos que lo
que nos motiva a trabajar es ser aceptados, agradar, demostrar que somos mejores que los demás, nada es
suficiente, nuestras expectativas son enormes, no nos gusta lo que hacemos, o incluso, sentimos que lo
que nos pagan es poco ¿Pues qué decir? Ya es tiempo de que demos solución; nos toca a cada uno de
nosotros determinarnos a actuar, encontrar esas acciones valiosas que nos lleven al nivel de
satisfacción que necesitamos para disfrutar lo que hacemos y desarrollar nuestro potencial.