Cómo actuar en mi día a día

¿Siento envidia de un amig@?

Por: Diana Hernández

Aquí entre nos… ¿Has experimentado una sensación de molestia ante las cualidades de una amiga o amigo? ¿Has llegado a sentir una especie de incomodidad o dolor ante su alegría o éxito? Aquello que sientes tiene nombre, se llama ENVIDIA, y a pesar de lo terrible que se lee y suena, es bastante más común de lo que solemos aceptar.

Resulta que la envidia es una emoción universal que puede experimentar cualquier persona de forma espontánea; es decir, no surge por decisión o voluntad propia, simplemente se siente. Es muy importante señalar la diferencia entre SENTIR y CONSENTIR dicha envidia; sentirla no siempre es evitable y no determina quién eres, pero puede darte aviso de un tema personal no resuelto; consentirla es enteramente tu responsabilidad y sí puede definir el tipo de persona que eres.

Primero, ¿por qué surge la envidia? ¿Por qué la siento?

Normalmente, sentir envidia, tiene mucho más que ver con uno mismo que con la persona que me provoca la sensación. Es posible que me sienta en desventaja y quisiera poseer una o varias de las cualidades que el otro posee; quizás me gustaría vivir experiencias como las que vive; probablemente me encantaría experimentar el éxito que ha alcanzado… etc. Todo esto nos habla de anhelos personales que por “x” o “y” me hacen falta.

Si hemos llegado a este punto, quiere decir que ya dimos dos pasos importantes:

1. Reconocer la emoción.
2. Reconocer el motivo por el cual ha surgido dicha emoción.

Y entonces viene la oportunidad de convertir la envidia en motivación. ¿Qué puedo hacer para ser, tener u obtener aquello que anhelo y me hace falta? Para poner manos a la obra, debo partir de la aceptación de lo que SÍ soy y tengo, para entonces trabajar en mejorar lo que soy y tengo.

Ahora ¿Qué hago con esto que siento?

Con la respuesta anterior, respondemos en gran medida a esta pregunta; pero para este punto vale la pena retomar: una cosa es sentir y otra es consentir. Si no reconozco y atiendo aquella emoción negativa que ha surgido en mí, puede que empiece a actuar en consecuencia, es decir: a hablar y actuar con envidia.

Cuando consentimos la envidia, podemos descubrirnos hablando mal de nuestra amiga o amigo, minimizando sus logros, siendo groseros, alejándonos de ella o él, deseándole mal, o hasta cometiendo actos que le perjudiquen… ¡Terrible! ¿Y sabes qué es lo peor? Que a quien más dañamos con estos sentimientos y acciones, es a nosotros mismos. Así que no, no permitamos que una emoción negativa nos lleve a una situación extrema; más vale reconocerla, entender su origen, convertirla en motivación y ¿Por qué no? También convertirla en respeto y admiración hacia esa amiga o amigo.

No te diré que es algo que se logra de la noche a la mañana, pero te aseguro que, si te mantienes alerta de tus emociones, ponderas tu amistad por encima de tus complejos y te mantienes en constante trabajo personal; llega ese momento en que surge la emoción, la identificas y al instante puedes ser capaz de transformarla en un auténtico: “Te felicito de todo corazón”, “Admiro mucho todo lo que eres capaz de hacer y lograr”, “Eres sorprendente, te admiro”.

Sentir envidia, como ya se dijo, no es signo de maldad ni mucho menos; es señal de que hay trabajo pendiente con uno mismo y eso es una excelente oportunidad, porque nunca seremos perfectos, pero siempre podemos ser mejores. Ante un obstáculo, la posibilidad de brincar, superarlo y crecer; así que, si llega a surgir esa emoción de mala reputación, aprovecha la oportunidad y conviértela en razón para admirar al otro y llevar a un mejor nivel tu amistad; transfórmala en motivo para aceptarte y amarte tal cual eres, y en impulso para trabajar en ti y ser mejor.

Video Postal 1 Postal 2 TOP TIPS


ir a secciones BLOG