Cómo actuar en mi día a día

Sólo nos comunicamos por nuestros hijos.

Por: Diana Hernández

Cuando uno decide compartir la vida con otra persona, lo hace por intereses en común, por la química que surge entre ambos, porque te inspira a ser mejor, por el deseo de compartir un proyecto de vida… principalmente, por amor ¿Estamos de acuerdo?

Conforme pasan los días, los meses y los años; algunas de las metas en común se van consolidando, otras se siguen construyendo. Uno de los objetivos de unirte a otro ser humano es generar vida; no es necesariamente la intención de todas las parejas, pero por lo general, tener hijos es el mayor anhelo y responsabilidad de la unión.

Desde el embarazo, la pareja vive cantidad de emociones alrededor del suceso; la ilusión de un ser humano formándose en el vientre, la preocupación de que todo vaya marchando bien, los preparativos para su llegada, más la suma de cambios y exigencias físicas que esto implica para la mujer. Cuando al fin nace, el mar de emociones es aún mayor; alegría, ternura, desvelo, temores, cansancio, aprendizaje… una nueva personita depende de ti… Es indescriptible todo lo que se vive en este proceso de adaptación con el nuevo miembro de la familia.

Los hijos van creciendo y van enriqueciendo nuestra vida; invitándonos a enfrentar retos, a superar miedos y a dar lo mejor de nosotros mismos; nos provocan risas, lágrimas y nos llenan de alegrías. Cierto es también que los hijos requieren tanto de nuestro tiempo, esfuerzo y atención; que a veces la pareja se vuelca por completo hacia ellos y olvida nutrir su relación de dos.

¿Relación de dos? Si ya hay uno, dos o tres hijos, sumando así 3, 4 o 5 miembros de la familia ¿Cómo van a tener una relación de dos? Pues SÍ, la familia tiene su origen en esa unión, y lo ideal para el desarrollo de dicha familia, es que se siga alimentando y cuidando la relación de la pareja.

Seguramente platican y se ponen de acuerdo para atender cualquier cantidad de cosas relacionadas con los hijos; qué pañales, qué tipo de papilla, con qué doctor, a qué escuela, quién lo lleva, quién lo recoge, los permisos, etc. Pero ¿sabes cómo se siente tu pareja? ¿Le expresas cómo estás tú? ¿Qué temores o qué anhelos personales persigue cada uno? ¿Qué intereses o proyectos comparten? ¿Qué momentos se reservan para ustedes dos?

La vida sigue y el curso natural es que los hijos crezcan y tomen su propio camino… Mientras tanto tú puedes guiarlos, acompañarlos y amarlos, pero no puedes vivir su vida; debes vivir y disfrutar la tuya. A tu lado encontrarás al ser que elegiste para compartir cada día… Tal vez las circunstancias han cambiado, quizás ustedes ya no son los mismos, pero si aún están juntos, seguro hay más de un motivo que los une… Los hijos, claro, pueden ser uno de esos motivos, pero el siguiente reto es redescubrir qué más los hace UNO, siendo dos.

Y no lo olvides… el descubrimiento de ti mismo y del otro no puede quedarse en el pensamiento y en las buenas intenciones; así que el verdadero reto es ir DEL DESCUBRIMIENTO A LA ACCIÓN.

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