Cómo actuar en mi día a día

¿Soy el adulto que necesitaba de niño?

Por: Gisela Pliego

¡Hola! Me parece que no es fácil contestar esta pregunta a la primera, por lo que ahora nos conviene hacer un ejercicio de memoria para viajar a nuestra infancia y así traer los recuerdos de lo que necesitábamos de los adultos que nos rodeaban cuando éramos niños, niñas.

* ¿Eras un niño(a) que expresaba lo que sentía y necesitaba?

* ¿Los adultos tenían que adivinar lo que sentías o necesitabas?

* Los adultos ¿te comunicaban los planes que tenían para vacacionar, festejar, actividades de fin de semana, etc…?

* ¿Pedían tu opinión para pedir tu comida en el restaurante, para comprar tu ropa y/o para pedir tu sabor favorito de helado?

* ¿Discutían delante de ti sin reserva alguna?

* ¿Te explicaban las cosas cuando pasaban por alguna dificultad?

* ¿Te presentaban con otros adultos al momento del saludo o despedida en un encuentro?

* ¿Te ponían límites cuando eras demasiado demandante o tenías alguna mala conducta?

* ¿Te sentías cómodo, seguro y feliz en su compañía?


Cuando hablamos de “los adultos” nos referimos principalmente a papá, mamá, abuelos, tíos, maestros, vecinos y sacerdotes o líderes religiosos.

Nos vendría bien enumerar las virtudes que son propias del adulto en relación con los niños y niñas: la primera de ellas “El AMOR” ya que de él se derivan todas las demás, sin olvidar que es importante respetar, hasta cierto punto, la personalidad (temperamento y carácter) de cada uno; paciencia, responsabilidad, positivismo, empatía, alegría, cercanía, firmeza, congruencia, patriotismo, amistad, misericordia, disposición, laboriosidad, comprensión, claridad de objetivos ¿Creen que estoy exagerando?

Personalmente me parece que no, considero que el adulto debe a los menores el desarrollo de las virtudes antes mencionadas y más, ya que entre muchas otras cosas, les debe ser inspiración, ejemplo, generar confianza y ser su guía. Nada sencillo el papel del adulto que se respeta, que se la cree y que agradece la oportunidad de acompañar a un niño o niña a su desarrollo pleno.


Ahora te vuelvo a preguntar ¿Eres tú ese adulto que necesitan tus hijos, nietos, alumnos, vecinos o niños en formación espiritual?

Es probable que hayamos caído en la rutina y ni siquiera pongamos atención en lo que somos frente a lo que ellos necesitan de nosotros; quizás hemos caído, por nuestra historia, en tener un desbalance entre instrucción y formación, en ser demasiado prescriptivos y persecutorios, sin cercanía; o que nos esté faltando poner límites, ser firmes, tener disciplina; porque nuestro comportamiento no esté orientado al bien ser, por encima de bienestar o del bien hacer. Nuestra prioridad como adultos amorosamente responsables de los niños y niñas es su sano desarrollo integral (alma, voluntad, inteligencia, emociones y cuerpo) salvaguardando su seguridad y sobre todo generando en ellos la esperanza de que la felicidad y la convivencia armónica son posibles.

Es fundamental que asumamos nuestro papel de adultos porque vaya que necesitamos educar a las nuevas generaciones; ya que no se educan solos ni saben a ciencia cierta qué es lo mejor para ellos.

Adulto(a) no defraudes a tus niños, te necesitan para crecer, necesitan los límites que requiere un río para no desbordar, necesitan que los protejas de los riesgos de hoy y que los fortalezcas para los retos del mañana, que los ayudes a ser sensibles a los demás para que convivan en paz. Piensa en que en su memoria estarás tú como ese pilar, ese corazón, esa sonrisa y esa sabiduría que les dieron las bases para su realización.

Finalmente, adulto, no defraudes a ese niño que jugó, imaginó, soñó y tenía grandes planes para ti; a ese niño que seguramente aún vive dentro de ti.

Video Postal 1 Postal 2 TOP TIPS


ir a secciones BLOG