Cómo actuar en mi día a día

Tengo mil cosas con valor sentimental que no sé dónde guardar.

Por: Gisela Pliego

¿Quién no se ha visto en esta situación? Creo que todos nos hemos ido llenando de recuerdos, regalos o herencias que nos llevan a revivir algún momento especial y, sobre todo, a una persona especial. Vamos acumulando souvenirs de algún viaje genial, adornos que recibimos de una persona querida, utensilios de cocina que pertenecieron a la familia desde generaciones anteriores, ropa que ya no nos queda pero que nos lleva a algún momento memorable, en fin, que sin darnos cuenta guardamos cosas que casi nunca vemos y que entorpecen el funcionamiento de nuestra casa o nuestro espacio laboral, quitándonos espacio de almacenamiento y comprometiendo nuestra calidad de vida hasta puntos críticos, incluso.

Lo medular de este asunto está en el aspecto afectivo de lo que hemos acumulado, así es que para poder avanzar en este tema es conveniente revisar el significado de honrar a una persona, un lugar o un recuerdo. Honrar es mostrar respeto y consideración a esa persona especial, a ese viaje genial o a una tradición y créanme, que para ello no es necesario poseer físicamente cosas; ya que para mostrar ese respeto, gratitud, cariño, reciprocidad, lo verdaderamente necesario es que incorporemos a nuestra vida lo aprendido; que demos testimonio de cómo esa persona, experiencia o tradición impactaron positivamente en nosotros y nos dejó mejorados como personas. En palabras más sencillas se honra con la propia vida, no es necesario llenar nuestros espacios de cosas que no usamos y que restan calidad a nuestro día a día. Podría parecer un poco cruel, pero hay más tiranía en vivir atado a los recuerdos que nos dan las cosas que dejar ir esas cosas y tener una vida más ligera y organizada que realmente refleje quiénes somos y cómo nos gusta vivir.

Si hemos logrado llegar hasta este punto podríamos ir al siguiente que es cómo decir adiós a las cosas que no vemos, no usamos y que sólo ocupan un espacio. El amor nos iguala a lo que amamos, si el amor es a las cosas nos cosifica, si es a la naturaleza no naturaliza, si es a las personas, nos humaniza y si es a Dios nos diviniza. Tratemos de superar el tema del amor a las cosas y subamos el nivel del amor hacia las personas y a Dios y digamos adiós a todo eso que entorpece la fluidez en nuestros espacios.

En ocasiones nos detiene la posibilidad de dar uso a algo en el futuro… los expertos nos dicen que algo que no se usa durante un periodo de seis meses tiene altísimas probabilidades de no volverse a usar. Vivir con menos nos da alegría, armonía, comodidad, eficiencia, menor esfuerzo para realizar las tareas y hace que la gente con la que vivimos o nuestros invitados se sientan mucho más agusto en nuestros espacios.

Te reto a que te preguntes, qué pasaría si llegaras a faltar, quién revisaría tus espacios, leería tus cartas o documentos, quién trataría de entender la razón de tantas cosas acumuladas. Por qué no haces mejor tú ese recorrido y te cuestionas, pones solución y vives tu presente de mejor manera.

¿Qué paralelismos encuentras entre las cosas que sobran en tus espacios y las cosas que sobran en tu vida?

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