Cómo actuar en mi día a día

Voluntad y perseverancia en el ejercicio.

Por: Diana Hernández

Estamos comenzando febrero… y todavía se siente el efecto del MARATÓN en el cuerpo; algunos lo conocen como el Maratón “Guadalupe - Reyes”, pero, siendo un poco más honestos, podría tratarse del Maratón “Día de Muertos - Candelaria” … De hecho, cada uno podría personalizar el nombre de este intenso y ajetreado maratón en el que nos damos permiso de comer un poquito de más… porque posadas, reuniones familiares, que el cumpleaños de la pareja, el festejo de la amiga y demás pretextos hermosos para poder entrarle con singular alegría a la botana, la garnacha y el postre.

Pues bien, llega un punto en el que debemos hacer un alto… a estas alturas puede que ya haya aparecido esa vieja amiga: “la colitis”, su prima “la gastritis” o el ya clásico “ando inflamadita” … Ni hablar del rechinido de rodillas, el pantalón que ya no cierra y el cansancio tras subir unos cuantos escalones… ¡UPS! Creo que es tiempo de una intervención, pues más allá de la vanidad, vuelve a aparecer en el panorama uno de los propósitos más importantes de un nuevo año: LA SALUD.

Frecuentemente deseamos algún producto o masaje milagroso que regrese las carnes a su sitio… pero no nos engañemos; nada funciona si no existe la voluntad para decidir y encaminar la conducta hacia el cambio deseado, y la perseverancia para mantenerse firme y constante en tal propósito. En este sentido, será importante procurar una alimentación saludable, así como mantener el cuerpo en actividad, es decir: HACER EJERCICIO. No te preocupes, no es necesario que entrenes para un maratón (de los de “a de veras”), ni que te conviertas en fisicoculturista; se trata simplemente de tomar la posibilidad de ser y estar mejor… pues, desafortunadamente, si no elegimos este rumbo, siempre existe la opción contraria… ¿Qué preferimos?

Si ya cuentas con la intención y, más importante aún, la DECISIÓN; podemos considerar los siguientes puntos para aventurarnos a la tarea:

● Comencemos por agradecer que tenemos un cuerpo y por reconocer nuestra responsabilidad de cuidarlo y mantenerlo lo mejor posible; pues esta conciencia nos permitirá disponernos de buena forma al propósito de ejercitarnos.

● Recomendamos acudir con un especialista que evalúe tu estado general para que sepas el tipo de ejercicio que se adapta mejor a tus condiciones físicas.

● Ahora bien, tomando en consideración lo anterior, piensa e identifica una actividad física que te agrade… no se trata de hacer algo que te desagrade..., puede ser aeróbico, natación, baile, futbol, caminar, correr, pilates… opciones hay muchas.

● Una vez que identifiques una actividad que te atrae y se adapta a tus necesidades; revisa tus posibilidades tanto económicas, como de tiempo y espacio, y procede a definir qué harás y dónde lo harás. Sería ideal que puedas acompañarte de un coach que te vaya guiando.

● Define un horario y rutina que sea viable cumplir; será recomendable comenzar con actividades sencillas que vayan aumentando su complejidad e intensidad progresivamente.

● Te ayudará también disponer algunas prendas, así como tenis, botella de agua y demás elementos que te acompañen en el proceso. ¡OJO! A falta de estos elementos, no es necesario gastar de más y mucho menos convertirlo en pretexto para no hacerlo. Sé creativo y consigue lo que necesitas para comenzar y continuar.

● Finalmente, pero PRINCIPALMENTE, define una meta a corto, mediano y largo plazo; que te permitan mantenerte firme y motivado en este propósito.

SPOILER ALERT: En el proceso, es muy probable que aparezcan pensamientos como: “No tengo tiempo”, “Ando cansado”, “Ni estoy tan mal”, “Esto no es lo mío”, “Tengo flojera”, “Hoy no… ya será para la próxima”, “Ya no estoy en edad”, “Soy pésimo”, etc. ¡NO CAIGAS! ¡ALÉJATE DE CUALQUIER PRETEXTO Y CUÉNTASELO A QUIEN MÁS CONFIANZA LE TENGAS! Y si caes en alguna ocasión, no te preocupes ni te des por vencido, levántate y prepárate bien para superar el siguiente obstáculo. Recuerda lo que te motivó a tomar la decisión en primera instancia, ten presente tu meta y, sobre todo, NO OLVIDES agradecer que tienes un cuerpo y tu responsabilidad de cuidarlo.

La belleza está en que cada vez que vences una de estas excusas, cada vez que dejas pasar el pensamiento y lo conviertes en “HOY SÍ”, “YO PUEDO”, y que te levantas para llevar a cabo; estás ejercitando tu fuerza de voluntad, estás practicando buenos hábitos que te llevan a integrar valores como: perseverancia, constancia, disciplina, responsabilidad, autogobierno, entre otros. Y, desde luego, estás regalando grandes beneficios a ese cuerpo que es la casa y templo de tu espíritu. ¡VALE LA PENA! ¿Apoco no?

…EN SUS MARCAS, LISTOS… ¡FUERA!...

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