Cómo actuar en mi día a día

¿Ya no comparte nuestra fe?

Por: Gisela Pliego

¡Hola! En esta ocasión nos reúne un tema de gran importancia en la vida personal y familiar “La fe”.

Me parece que, en primera instancia, lo que tendríamos que cuestionar es si tenemos fe, en qué creemos, qué tan consistentes son nuestras convicciones, practicamos lo que creemos, si nos damos cuenta de la importancia que tiene la vida espiritual en la felicidad…


Conviene ser muy honestos con nuestras respuestas; ya que de ello depende que podamos avanzar en la comunicación (hacer común) de la fe a nuestros hijos.


La transmisión de la fe no se da por proselitismo, decreto, por chantaje o por imposición, es algo que tiene que surgir de la libertad de cada persona. La elección de Dios es libre y personal.

Lo que sí podemos hacer es que se les antoje creer en Dios AMOR, que les parezca conveniente tener una relación con Él al ver que en nuestra vida hace maravillas porque nos permite tener buen humor, ser tolerantes, comprensivos, perseverantes, optimistas, cercanos, discretos en los comentarios de los demás, justos, caritativos; en fin nos hace ser seres humanos positivos y propositivos.

No podemos juzgar las intenciones de alguien ni el grado de conexión que tiene con Dios, lo que sí podemos es ver los frutos de quienes tienen a Dios en su corazón y lo dejan actuar: amor, gozo, paz, paciencia, fe, mansedumbre (ser como una casa de descanso para los demás, moderación de la ira) y templanza o sobriedad. El gozo de quien tiene una relación personal con Dios no se puede ocultar y provoca avidez en quienes le conocen.

Ahora la buena noticia: no es necesario un grado de perfección en esto, lo que es necesario es el deseo, el trabajo diario, la búsqueda, la convicción, el reconocer cuando no lo estamos haciendo bien y levantarnos una y otra vez cuando caemos.

Te pido por favor que te imagines, por un momento, que eres esa persona que ya tomó la decisión de tener una escala de valores en la que tu mayor prioridad es Dios y que con ello todo lo demás se ordene por el AMOR ¿Cómo estarían tus relaciones familiares, laborales y sociales? ¿Cómo vivirías tus finanzas? ¿Cómo te expresarías de la situación de inseguridad del país? ¿Seguirías fijándote en los problemas o buscarías soluciones sintiéndote parte de ellas? ¿Cómo les llamarías la atención a tus hijos? ¿Cómo abordarías las diferencias con tu esposo o con tu esposa?¿Qué observarías en los demás? ¿Podrías ver los problemas como oportunidad de crecimiento?

Al ser esta persona llena de fe ¿Cómo te verían los demás? Especialmente en tu familia ¿Crees que sería necesario pegar de gritos para que te acompañen al templo, a orar por alguien, a dar gracias por los alimentos, a ofrecer las dificultades? Dentro de esta fe tendrías la esperanza de que cada día tiene su dificultad y no te llenarías de ansiedad por un futuro que no existe, haciendo que cada día sea nuevo y lleno de esperanza.

Dejemos pues de PREocuparnos, de agobiar a los demás con nuestra insistencia, de sentir a la fe como una carga y comencemos a disfrutar de creer en quien nos creó, de creerle a quien nos salva y de abrirnos a la acción del Espíritu de Dios que nos hace parecernos a Él, siendo misericordiosos con los demás.

Por lo pronto, dejemos de hablarle a nuestra familia de Dios y hablémosle a Dios de los seres a los que amamos, crezcamos en nuestra vida de oración y establezcamos una comunicación activa, espontánea, creativa, alegre y sincera con Él que nos presente como Sus hijos ante el mundo.

Oremos unos por otros en lugar de juzgarnos; ya que todos tenemos la enorme necesidad de impregnar al mundo de FE, ESPERANZA Y AMOR

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