Cómo actuar en mi día a día

Yo ¿qué puedo hacer por mi país?

Por: Miguel Hernández

Mi país es enorme, mi estado, mi ciudad, con mi pura familia tengo y me falta… y a veces ni conmigo mismo puedo. Querer influir en mi gran país de más de cien millones de personas es como intentar contar las arenas del mar… Pero, por otro lado sé que somos más los buenos que los malos, que tengo y tenemos que hacer algo… pero ¿Qué? Y ¿Cómo?

Mi padre fue uno de los políticos más íntegros que he conocido, desde su corta edad le gustaba leer mucho al respecto; comenzó trabajando en la iniciativa privada y en un partido. Toda la vida tuvo 2 trabajos, uno que le pagaba y otro en el que incluso tenía que aportar. Le ofrecieron un puesto sin sueldo en el partido y fue con su familia y les preguntó su opinión; mi abue le dijo: “Miguel, la política es sucia y de malos”, mi padre le contestó: “es sucia porque los limpios y buenos no le entran”. Y así, paulatinamente, fue creciendo en el partido. También los amigos le decían que los políticos robaban y él decía con plena conciencia: “yo no”. Todos le dan a los policías una mordidita, “pues yo no”, Tienes que decir una mentirita piadosa, “No, yo elijo la verdad”. Oye, ya fuiste diputado y sigues en tu misma casa, “Así es”. Y después de ser, varias veces Diputado Federal y otras tantas Local, murió Don Miguel en la misma casa.

Es decir, un hombre forjado en principios y valores cuya convicción generaba una respuesta contra corriente. Y creo que la falta de ésta, es el problema fundamental en los tiempos de hoy, así como la conveniencia, lo rápido, lo fácil, lo divertido, la apatía y la indiferencia… “mientras a mí no me molesten, no me importa”. Sí, podemos ver con frecuencia que nuestro gobierno no sirve a su pueblo sino que se sirve de él; podemos descubrirnos secuestrados en casa por miedo a la violencia y la delincuencia; podemos hallarnos cansados, hartos, decepcionados por todo aquello que seguro, ya pasó por tu mente… pero ¿quién tiene tanto poder como para robarte tus convicciones? ¿Por qué ceder algo que te pertenece sólo a ti?

La convicción es el convencimiento legítimo y real de tus creencias, pensamientos, y sentimientos; que puedes avalar con tus propias acciones. Hay que decirlo, la convicción se forma en familia y se fortalece en cada uno; si hombres y mujeres íntegros han sido capaces de sostener sus convicciones, actuar conforme a ellas, y contagiar a otros, como un efecto multiplicador de BIEN; nosotros también podemos… La cuestión es estar dispuestos.

Hemos escuchado muchas veces la frase: “voy a hacer algo que debí haber hecho hace mucho tiempo”… es un re descubrimiento de nuestra convicción que en ocasiones se adormece pero que está ahí dentro de nosotros y que tiene que resurgir por coherencia y congruencia de vida. Es verdad que la situación de nuestro país es preocupante… con mayor razón no podemos solamente lamentarnos y permanecer sentados viendo los sucesos pasar. Porque, además… ¿has visto las bellezas naturales de nuestro México? ¿Has escuchado la belleza de sus canciones folklóricas? ¿Has visto ondear esa bandera tricolor al son del viento? ¿Has probado la variedad de sus deliciosos platillos? ¿Has visto la sonrisa inocente de uno de nuestros niños? Motivos hay suficientes…

Seamos ese efecto multiplicador de BIEN, hagamos lo que consideremos mejor para nosotros, para nuestra familia, para nuestra sociedad… Dejemos de poner la mano para que nos den y mejor tendamos la mano al necesitado; evitemos meternos a la fila y respetemos las reglas; procuremos enfocarnos en cumplir nuestros deberes y obligaciones, y entonces defendamos nuestros derechos con la conciencia tranquila; optemos en cada oportunidad por el BIEN MAYOR y por el BIEN COMÚN.

Don Miguel lo tenía muy claro… por eso se fue tranquilo y en paz, luchó en lo pequeño y en lo grande; fue leal a sus convicciones y fue consistente en la construcción de un México mejor.

Muchos estamos en el invierno de nuestra vida, pero es una gran responsabilidad y motivación dejar huella con un país mejor para nuestros hijos y nietos. Y si eres joven, con mayor razón, haz lo que te corresponde por el país que es tu hogar y será la casa de los tuyos. Es de vital importancia participar, conocer, informarnos y con conciencia poner nuestra cruz en la opción que consideremos mejor, pues será la cruz que cargaremos después.

Pase lo que pase, nunca te compres la idea de que “se acabó” y ya “no hay remedio” pues por ahí dicen que mientras haya vida, hay esperanza… pero, sobre todo: MIENTRAS HAYA ESPERANZA, HAY VIDA.

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