Cómo actuar en mi día a día

¿Soy inclusivo?

Por: Ana Gisela Hernández Pliego

Hoy más que nunca nos hemos dado cuenta de que vivimos en un mundo extremadamente diverso. La globalización ha traído a nuestra atención que no siempre lo que conocemos como REALIDAD lo es, al menos no para todo el mundo. Hemos abierto nuestra mente a otras culturas, otras formas de pensar, nuevos lenguajes e incluso religiones. Hasta el lenguaje se ha visto modificado para tratar de incluir a quienes antes no tenían voz… pero aún así nuestra sociedad no ha logrado el nivel de inclusión necesario.

Efectivamente este mundo es de todas y de todos… urge que seamos más inclusivos y por ello es increíble pensar que desde el principio de los tiempos han existido personas únicas que – con distintos trastornos, síndromes y condiciones – nunca se han sentido incluidos en nuestra sociedad. Que aún hoy tenemos personas saliendo por una puerta falsa por no poder conectar con sus compañeros, por sufrir de bullying, por sentir que no pertenecen.

En el artículo anterior “Tengo miedo al rechazo” hablábamos de cuán importante es para el ser humano saberse aceptado y de cómo lograr la fortaleza de ser quien eres sin necesidad de aprobación de los demás… Pero ¿te has preguntado si tú eres ese oasis para los demás? ¿Si tus palabras son tan amables como para generar confianza en todo el mundo?

Exigir inclusión sin ser inclusivo en todos los sentidos es la causa por la que nuestra sociedad no puede lograrla. Porque una cosa es nuestro discurso político y otra muy distinta lo que en realidad practicamos, ya que nuestra forma de actuar tiene que ver con las luchas internas conscientes o inconscientes de lo que rechazas de ti mismo. La INCLUSIÓN parte de la aceptación integral de uno mismo; lo que te permite aceptar y amar a los demás.

Puede ser que también tengas miedo, que no conozcas suficiente del dolor de otros, que no te sientas capacitado para tratar con algunas deficiencias, que te dé miedo lastimar a quien es diferente… y es que hay que decir que es muy probable que en este intento de ser inclusivo nos equivoquemos; así como nos equivocamos al educar a nuestros hijos o al herir a nuestra pareja… Pero siempre que lo que realicemos venga del AMOR y no del MIEDO habrá forma de corregir el rumbo. No tengas miedo, cuando ves al otro a los ojos y eres capaz de reconocer su dignidad, entiendes cómo actuar.

Ten en cuenta que la inclusión no es un tema de moda que se pueda traer únicamente en la boca o en el lenguaje. Debemos de generar un cambio en nuestro interior que garantice que quien se acerque a ti se sienta aceptado. Permanecer en nuestra área de confort para evitar lastimar a quien es diferente sólo nos va a dejar con un corazón enano… puedes creer que eres tú quien le va a ir a dar algo al otro, cuando en realidad vas a recibir un millón de bendiciones…

“El que es diferente a mí, no me empobrece, ME ENRIQUECE”

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